El síndrome genitourinario de la menopausia (SGUM), como su nombre indica, aparece muchas veces después de la menopausia y se caracteriza por la sequedad vaginal, la irritación y flacidez de la mucosa, la reducción de la libido, dolores durante el acto sexual y asociación a incontinencia urinaria de urgencia.
La principal causa es la disminución de las hormonas femeninas, los estrógenos. A medida que los estrógenos disminuyen, las paredes de la vagina se van haciendo más finas, más secas y menos elásticas, provocando frecuentemente ardor. También se puede producir un desequilibrio de la flora vaginal que podría aumentar el riesgo de infecciones vaginales y urinarias.
Todos los síntomas característicos del síndrome genitourinario de la menopausia interfieren de forma significativa en la calidad de vida de la mujer. Los síntomas pueden generar problemas y pérdida de intimidad en la relaciones de pareja debido al dolor que genera durante el acto sexual.
Además, pueden limitar hábitos de vida saludable, como la práctica de ejercicio físico, ya que el movimiento puede generar incomodidades.
Los síntomas derivados del síndrome genitourinario de la menopausia son la segunda molestia más frecuente en la menopausia, después de los síntomas vasomotores.
Si presenta algunos de estos síntomas, lo primero que tiene que hacer es consultar a su médico. Aunque muchas mujeres consideran que estas molestias, como el dolor durante las relaciones sexuales o la pérdida de apetito sexual, son inevitables con la edad y que no hay solución, lo cierto es que no es así.
Hoy en día, la mayoría de las mujeres vive más de un tercio de su vida en la menopausia y no hay razón para convivir con estos síntomas durante tanto tiempo.
El diagnóstico se realiza mediante la identificación de los síntomas característicos de este síndrome. Si ya tiene la menopausia y sufre síntomas como sequedad vaginal, dolor durante las relaciones sexuales o incontinencia urinaria de urgencia, existe la posibilidad de que padezca el síndrome genitourinario de la menopausia.
La mayoría de las mujeres tiene al menos una infección vaginal durante su vida, caracterizada por secreción vaginal, prurito o mal olor.
El diagnóstico etiológico implica una historia clínica cuidada (con recogida de información sobre prácticas y comportamientos sexuales, ciclos menstruales, hábitos de higiene y medicación), examen ginecológico y pruebas de laboratorio.
Las tres enfermedades más frecuentemente asociadas a la secreción vaginal son la vaginosis bacteriana, la candidiasis y la tricomoniasis. Se adoptan los términos candidiasis y tricomoniasis cuando existen signos de inflamación.
La presencia de signos objetivos de inflamación de la vulva no acompañada de la identificación de gérmenes patogénicos en las pruebas de laboratorio sugiere una posible irritación vulvar mecánica, química, alérgica u otra no infecciosa (por ej., dermatosis). La secreción puede estar causada por otras condiciones fisiológicas y patológicas, entre ellas, cervicitis, atrofia vaginal y ectopia cervical mucoide. Pueden presentarse problemas psicosexuales y depresión con episodios recurrentes de secreción vaginal.
Existe una condición inflamatoria con sintomatología prolongada y exacerbaciones intermitentes que también se caracteriza por reducción de lactobacilos y aumento del pH, y donde predomina la microflora aeróbica derivada del intestino, tal como la Escherichia coli, estreptococos grupo B y Staphylococcus aureus, que recibe el nombre de vaginitis aeróbica. No existe todavía información consistente sobre esta condición.
La incontinencia urinaria (IU) es una situación patológica consecuencia de la incapacidad de almacenar y controlar la salida de la orina. Se caracteriza por pérdidas urinarias involuntarias que se presentan de forma muy diversificada, desde fugas muy ligeras y ocasionales, a pérdidas más graves y regulares. Las mujeres son las más afectadas por la IU. Actualmente, el 33 % de las mujeres y el 16 % de los hombres de más de 40 años tienen síntomas de la enfermedad, según datos de la Asociación Portuguesa de Urología.*
La incontinencia urinaria afecta al 20 % de la población portuguesa de más de 40 años, lo que significa que 1 de cada 5 portugueses por encima de los 40 años padece esta enfermedad.*
Las pérdidas involuntarias de orina son extremadamente comunes. Sin embargo, es un síntoma que define un problema de salud pública, con un impacto social y económico considerable. Incluso las pérdidas de orina más pequeñas tienen implicaciones en la calidad de vida, con efectos en el ámbito físico, social, sexual y psíquico, y repercusiones a nivel emocional.
Fuentes:
* Sociedade Portuguesa de Urologia e Associação Portuguesa de Neurourologia e Uroginecologia. Incontinência Urinária. [Online] [citado a 2021 abr 9] Disponível em: URL:https://www.apurologia.pt/incontinencia/incontinencia_2014/Dossier_Inc_Urinaria_2014.pdf.
En la última década, se han realizado importantes descubrimientos en este campo. Existen incluso formas de incontinencia urinaria que se tratan con medicamentos o técnicas de rehabilitación.
Material de apoyo a la persona con incontinencia: Son muchos los materiales de apoyo a la persona incontinente, desde pañales para adultos, con diferentes capacidades de absorción, a compresas de varias dimensiones. Hay, también, ropa interior especialmente diseñada a tal efecto, lavable y reutilizable, y que se usa de forma semejante a cualquier prenda íntima.
La próstata es un pequeño órgano situado justo debajo de la vejiga, con forma de castaña, atravesada por la uretra. Solo los hombres tienen próstata y su desarrollo es estimulado por la testosterona, la hormona sexual masculina.
La HBP (Hiperplasia Benigna de Próstata) es una enfermedad que se caracteriza por el aumento del tamaño de este órgano. Este aumento está relacionado con la edad y con la producción de testosterona.
La hiperplasia benigna de próstata es una de las condiciones patológicas más frecuentes en hombres de más de 50 años y su prevalencia aumenta progresivamente con la edad.