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La deficiencia de vitamina D es un problema de salud global que afecta a cerca de mil millones de niños y adultos en todo el mundo y es reconocido como un importante problema de salud pública.*
En Portugal, el 66 % de los adultos presenta insuficiencia o deficiencia de vitamina D.**
La principal fuente de vitamina D es el sol. El organismo obtiene vitamina D a través de la exposición de la piel a la luz solar (radiación UVB) y, en menor proporción, a través de la alimentación.**
La principal causa de déficit de vitamina D es la falta de exposición solar, por la disminución de la vida al aire libre. El invierno, la edad avanzada y la obesidad son importantes factores de riesgo. **
La deficiencia y la insuficiencia de vitamina D tienen un impacto negativo, sobre todo, en la salud musculoesquelética. Esta vitamina es decisiva en la regulación del metabolismo óseo y en el desarrollo muscular. Mantiene o incluso aumenta la densidad ósea y la fuerza muscular, en especial en las personas mayores, previniendo caídas, fracturas y también situaciones de mayor gravedad clínica, como la osteoporosis.
Fuentes:
*Duarte C, Carvalheiro H, Rodrigues AM, Dias SS, Marques A, Santiago T, et al. Prevalence of vitamin D deficiency and its predictors in the Portuguese population: a nationwide population-based study. Arch Osteoporos [Internet]. 2020 Mar. 15(1):36.
**DGS. Norma nº 4/2019 de 14/08/2019
El término osteoporosis significa literalmente ‘hueso poroso’ y se trata de una enfermedad consecuencia de la reducción de la densidad y calidad de nuestros huesos. Para entenderlo mejor, un hueso saludable observado al microscopio se parece a las celdas de un panal de abejas. En un hueso con osteoporosis, esas celdas son mucho más grandes y anchas.
Cabe destacar que, a medida que los huesos se vuelven más porosos y frágiles, el riesgo de fractura aumenta considerablemente. No obstante, la pérdida ósea se produce de forma silenciosa y progresiva y, muchas veces, no se muestran síntomas hasta la primera fractura. En ocasiones, los huesos se debilitan tanto que pueden romperse cuando se produce una caída o, en caso de osteoporosis más grave, incluso después de un simple estornudo.
Las fracturas más comunes asociadas a la osteoporosis tienen lugar en la muñeca, la cadera y la columna. Las fracturas vertebrales pueden tener consecuencias serias, como pérdida de altura, dolor intenso en la espalda y deformidad (la llamada chepa). Una fractura de cadera suele requerir cirugía y puede tener como consecuencia la pérdida de independencia o incluso la muerte.*
La osteoporosis es conocida por ser una enfermedad silenciosa. Muchas veces no se diagnostica hasta que se produce la primera fractura en la secuencia de pequeños traumatismos (en especial, en las vértebras, la cadera y las muñecas).
De cualquier forma, el dolor de espalda repentino, intenso e inexplicable es, por ejemplo, uno de los posibles síntomas de la enfermedad.
También los cambios en la forma del cuerpo pueden ser un buen indicador de la patología. Es habitual que la persona con osteoporosis «pierda altura» (más de 2,5 cm), se le arquee la columna (la llamada chepa) y los hombros se caigan hacia adelante.
Como consecuencia de esta modificación estructural, las costillas «se repliegan» sobre los huesos de la pelvis, la cintura se ensancha, el abdomen se vuelve más prominente y la parte inferior de la espalda se aplana.
Como la osteoporosis no presenta síntomas obvios, además de una fractura cuando el hueso ya está significativamente debilitado, es importante que el médico valore cuál es el grado de densidad mineral ósea, principalmente si la persona pertenece a un grupo de riesgo.
La densitometría ósea (DEXA) es la prueba más importante para el diagnóstico de la osteoporosis. Se trata de un examen de rayos X de baja radiación que permite medir la densidad del hueso, que está directamente relacionada con la masa ósea. Se recomienda realizar esta prueba a las mujeres después de los 65 años y a los hombres después de los 70, o en ambos sexos cuando cumplen los 50 años si existen factores de riesgo.
La DEXA permite analizar la densidad mineral ósea (DMO) de una determinada área y se puede efectuar en diferentes regiones del cuerpo, incluida la cadera, la columna vertebral, el antebrazo, la muñeca, los dedos o el tobillo.
Cuando la DMO se encuentra por debajo de un umbral determinado (T-Score < -2,5), se considera que la persona tiene osteoporosis.
Además de segura (baja radiación) e indolora, la densitometría ósea proporciona información importante sobre la salud de los huesos y es una herramienta útil para prevenir o evitar el agravamiento de la osteoporosis, ya que un diagnóstico precoz puede marcar la diferencia en el bienestar futuro.
Para evitar las consecuencias de la osteoporosis (aumento de la mortalidad tras la ocurrencia de fracturas vertebrales o de cadera, dolor crónico, pérdida de autonomía, deformidades y depresión), lo mejor es prevenir la enfermedad llevando un estilo de vida saludable para los huesos en todas las fases de la vida.
Fuentes:
*International Osteoporosis Foundation (https://www.iofbonehealth.org/what-is-osteoporosis)
Las mujeres, principalmente aquellas en la posmenopausia, son más susceptibles a la pérdida ósea que los hombres, porque sus organismos en esta fase de la vida producen menos estrógeno, una hormona fundamental para la formación de los huesos. Por ese motivo, ellas son más propensas a sufrir una fractura osteoporótica que los hombres. Es más, según la International Osteoporosis Foundation, el riesgo a lo largo de la vida de sufrir una fractura varía entre un 40-50 % en las mujeres, comparado con un 13-22 % en los hombres.
La mayoría de las fracturas de la cadera se produce en personas de 50 años o más. Ello se debe, en gran parte, a la reducción progresiva de la densidad mineral ósea a medida que envejecemos. A pesar de ello, la edad es, por sí sola, un factor de riesgo independiente. Es decir, incluso las personas mayores con densidad mineral ósea normal son más propensas a sufrir una fractura que la juventud.
Es sabido que factores como la raza (la osteoporosis es más común en poblaciones caucásicas y asiáticas), ser de estatura baja, excesivamente delgado o tener un historial familiar de fracturas también están relacionados con una mayor incidencia de osteoporosis y a un riesgo mayor de fractura independientemente de la densidad mineral ósea.
Una vida sedentaria, con una dieta pobre en calcio, fumar o abusar del alcohol pueden condicionar el grosor y calidad de nuestros huesos. Sin embargo, la buena noticia es que se trata de factores de riesgo relacionados con estilos de vida poco saludables, lo que significa que se pueden cambiar.
La vitamina D es esencial para ayudar a la absorción de calcio. En la mayoría de los casos, es suficiente con una exposición solar de entre 10 y 15 minutos al día para garantizar la síntesis de una cantidad suficiente de vitamina D. Sin embargo, en personas de más edad que no salen de casa con regularidad y no se exponen al sol y también durante los meses de invierno en las latitudes norte, es importante reforzar esta vitamina, presente en determinados alimentos o en complementos alimenticios.
Ciertas enfermedades crónicas como la anorexia nerviosa, los síndromes de mala absorción (incluida la enfermedad celíaca y la enfermedad de Crohn), la enfermedad hepática crónica, los problemas de la tiroides, la insuficiencia renal crónica, entre otras, favorecen la aparición de la osteoporosis. También el consumo prolongado de ciertos fármacos, como corticosteroides, pueden debilitar los huesos.